Hugh Latimer: Arrepintámonos a tiempo de nuestra mala vida; porque Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se aparte de su maldad y viva

«¿Cómo podemos ser tan necios como para acomodarnos tanto en este mundo, sabiendo que durará poco tiempo?… Por tanto, recordemos que el tiempo es muy corto, dispongámonos para enmendar nuestra vida, sin tener mucho cuidado de este mundo, porque su fin, sin duda, está cerca; y aunque aún no llegue el día del juicio final, nuestro fin no estará lejano, la muerte vendrá un día y nos despojará de nuestra túnica, se complacerá con nosotros. Es cosa maravillosa de ver, que hay algunos que han vivido en este mundo cuarenta o cincuenta años, y sin embargo les falta tiempo; cuando llega la muerte no están preparados. Pero te pido, por amor de Dios, que te levantes de tu sueño de pecado y maldad; Preparaos, poned todas las cosas en orden, para que estéis preparados cuando la muerte venga a buscaros; porque debemos morir, no hay remedio; algún día debemos dejar este mundo; porque no somos creados de Dios para que permanezcamos aquí para siempre.

Por tanto, arrepintámonos a tiempo de nuestra mala vida; porque Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se aparte de su maldad y viva. «Tan verdaderamente como vivo yo, dice Dios, no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta de su maldad y viva» (Ezequiel xviii). Estas son palabras muy consoladoras; porque ahora podemos estar seguros de que cuando dejemos nuestros pecados y maldades y nos volvamos a Él con todo nuestro corazón y fervor, entonces Él se volverá a nosotros y se mostrará como un padre amoroso. Y con la intención de que creamos esto, Él hace un juramento; debemos creerle a Dios sin juramento, pero Él jura para que tengamos aún más seguridad. ¿Qué quiere que hagamos? En verdad, levantarnos de este sueño del pecado, dejar la maldad, abandonar todo odio y malicia que hayamos tenido hacia nuestro prójimo, apartarnos de la envidia, del robo y hacer restitución; de la pereza a la diligencia y al trabajo; de la gula y la borrachera, a la sobriedad y la abstinencia; de la recámara y la vida sucia, a una vida honesta y pura. Y así finalmente de toda clase de vicios, a la virtud y a la piedad. Y de cualquier cosa que haya sucedido en tiempos pasados, que nos arrepintamos, clamemos a Dios por misericordia, creamos en Cristo y nos levantemos del sueño, que no hagamos más maldad, sino que vivamos como Dios quiere que vivamos».

Hugh Latimer (c. 1487-1555), procedente del Sermón del Arrepentimiento, predicado el primer domingo de Adviento de 1550 (Select sermons and letters of Dr. Hugh Latimer, Bishop of Worcester and Martyr, p. 375-376).

Deja un comentario